Red Dead Redemption II

Desde “To the moon”* y “King’s Quest” 2015, nunca había vuelto a ver un videojuego que me pegara emocionalmente como Red Dead Redemption II. Y he jugado hartos que se supone que son tristones, desde aquellos juegos de Sierra On-Line hasta maravillas modernas que prometen mucho y dan poco. Pero este, este es otra cosa.

*De este no hemos hablado.

Cuando el Oeste muere, y uno también.

La historia comienza en 1899, justo cuando el Salvaje Oeste está agonizando. ¿Qué sé yo de historia americana? Lo básico que vi en las películas y lo que me tocó investigar para entender este juego (no cuenta mi semestre de gobierno americano en Alaska). Pero no necesitan ser historiadores para darse cuenta de que todo se está yendo al carajo para la banda de Dutch van der Linde.

Todo empieza después de un atraco que salió mal en Blackwater. La banda está huyendo de agentes federales, cazarrecompensas y cualquier vato que quiera cobrar la recompensa. Robos, tiroteos, dramas familiares… básicamente una telenovela del oeste, pero con más muertes y mejor historia.

Lo mejor es que el juego no nos deja olvidar que estás jugando con un criminal de verdad. No son los forajidos románticos que ves en las películas gringas. Durante el juego estás cobrando “rentas de protección”, mejor dicho, extorsión, a gente que no tiene ni para comer, golpeando a deudores frente a sus familias y haciendo cosas bien feas. La banda de Dutch no tiene héroes, son una “enfermedad” para la sociedad, como lo dice el mismo juego. Y eso es bien interesante, porque no nos anda vendiendo fantasías de un futuro mejor, más la que promete al ser un videojuego.

Dutch, el líder carismático que promete libertad y “un último golpe más”, empieza a perder la cabeza (o, más bien, se empieza a dejar convencer por Micah). Sus ideales se van convirtiendo en un ciclo vicioso que arrastra a todos. La traición, la paranoia, la desesperación… mientras el mundo moderno los va acorralando. Es como ver un accidente en cámara lenta; no quieres ni puedes hacer nada, pero al mismo tiempo, no puedes dejar de observarlo y ser parte del mismo.

Arthur Morgan, el protagonista.

Arthur nació en 1863. Su mamá murió cuando era niño; su papá era un criminal de quinta que lo trataba del asco. A los 11 años conoce a Dutch van der Linde y Hosea Matthews, quienes básicamente lo adoptan y le enseñan todo sobre ser un forajido.

Lo que me gusta de Arthur es que no es el típico protagonista de videojuego que va haciéndose más poderoso hasta convertirse en un semidiós ni es el elegido. Arthur empieza fuerte y se va desmoronando. Es melancólico, tiene su propio código de honor aunque sea un asesino, y carga con un pasado doloroso que mantiene en secreto, pero que escribe en su diario (sí, Arthur tiene diario, y sí, yo también lo leí todo porque soy un metiche y además dibuja chido).

Tuvo un amor llamado Mary que no funcionó por su vida criminal. Tuvo un hijo, Isaac, con una camarera llamada Eliza, pero ambos fueron asesinados por ladrones. Ese dolor lo carga todo el juego y se nota en cada interacción, en cada decisión que tienes que tomar. No te lo dice directo en la cara, pero está ahí, en los detalles y en su trato con los demás, con John.

Roger Clark, el actor que lo interpreta, ganó el premio a Mejor Actuación en los Game Awards y estoy totalmente de acuerdo. Arthur es de esos personajes que se te quedan tatuados en la mente mucho después de terminar el juego.

¿De dónde salió esta belleza? (Mejor dicho, de qué películas copiaron, lo bueno). Rockstar no se anduvo con pendejadas. Se inspiraron en los mejores wésterns de la historia del cine, dicen los que saben.

The Wild Bunch (1969), Unforgiven (1992) y The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (2007). No las he visto, eso dice mi investigación, y como dice don Teofilito, ni las veré (de nuevo, no soy fan de los wésterns).

Aun así, hay que admitir que es de esos juegos bonitos, pero bonitos en serio. Con planos cinematográficos increíbles, unos paisajes que realmente nos llevan al Viejo Oeste y, además, una serie de side-quests que rayan desde lo profundo hasta lo absurdo. Cultos, fantasmas, extraterrestres y, ¿el diablo?

La deconstrucción del mito.

Red Dead Redemption II es fundamentalmente un “wéstern crepuscular” (sí, se llama así, lo investigué, palmadita en el hombro). Este es un subgénero que muestra el ocaso del Viejo Oeste y la llegada de la industrialización. No hay nostalgia romántica aquí. El juego te muestra cómo los mitos y leyendas del oeste reemplazaron la realidad en la historia oficial.

Ejemplo: Cuando Arthur busca a pistoleros famosos como Billy Midnight y Emmet Granger, descubre que viven existencias tristes y solitarias. No son los héroes legendarios que la gente imagina. Es una deconstrucción del género, similar a lo que hicieron películas como Unforgiven y The Wild Bunch.

El juego también toca temas de la época como el racismo, los problemas de los nativos en reservas, el movimiento sufragista y las secuelas de la Guerra Civil. Te muestra el avance implacable de la civilización contra la naturaleza salvaje al ver la deforestación e instalación del “caballo de hierro”, y cómo personajes como Arthur y Dutch son inadaptados que no tienen lugar en el nuevo mundo que está naciendo. ¿Es perfecto? No. Pero al menos lo intenta, y eso ya es más de lo que hacen la mayoría de los juegos al casi lograrlo.

El final.

La muerte de Arthur Morgan es devastadora. No es gloriosa ni épica, sino dolorosa y real. Como los grandes héroes míticos. Arthur muere de manera casi absurda, dependiendo del comportamiento del jugador, pero triste, considerando todo lo que sobrevivió.

Lo que hace poderosa su muerte es que no es repentina. Juegas decenas de horas sin saber lo que viene, creando una conexión profunda con el personaje. Cuando finalmente pasa, duele… harto. Yo terminé hecho un mar de lágrimas y duré un par de horas antes de seguir con el epílogo (que es harto recomendado también… ¡Venganza!).

La grandeza de Arthur radica en su fragilidad, en su decisión de afrontar su destino con dignidad. Es un personaje que empieza fuerte y termina roto, pero encuentra redención en sus últimos actos.

¿Lo recomiendo?

Sí, pero con una advertencia: no es un juego para todos. Es lento, deliberado, contemplativo. Si están acostumbrados a la acción frenética de los shooters modernos (que también son buenos), Red Dead Redemption II los va a desesperar. No obstante, si le dan chance, si se dejan llevar por su ritmo pausado y su narrativa densa, por su historia, sus personajes, el entorno, etc., van a vivir una de las mejores experiencias que puede ofrecer un videojuego y que puedo compartir… y de vuelta, he jugado muchísimos.

Red Dead Redemption II no es solo un juego, es una experiencia. Es el wéstern definitivo en formato de videojuego, una obra que respeta y deconstruye el género al mismo tiempo, creo.

Arthur Morgan se quedará en mi cabeza como uno de los personajes más carismáticos e icónicos de los videojuegos. Su historia es trágica, hermosa y brutalmente honesta sobre lo que significa ser un forajido en un mundo que ya no lo quiere… al que ya no le sirve.

Preparen pañuelos, porque este viaje al Viejo Oeste probablemente los va a dejar marcados. A menos que no tengan corazón… Sí, tú… 

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