Mitología Egipcia

Del caos primordial a los misterios del Duat. La mitología egipcia es una de las más antiguas, complejas y fascinantes del mundo antiguo.

Durante más de tres mil años, el antiguo Egipto se mantuvo fiel a sus Dioses, tejiendo historias de creación, poder divino, traición mortal y resurrección eterna. Los egipcios vieron el universo como un orden delicado que debía mantenerse constantemente protegido contra las fuerzas del caos, y sus mitos reflejan esa obsesión por mantener el equilibrio cósmico

El Mito de Creación: Cuando la Nada era la Nada (Aunque no era Nada)

En el principio, no había nada, o más bien, un caos absoluto: Nun, el océano primordial infinito, sin forma, sin tiempo, sin dirección. Nun era la personificación misma del no-ser, esa nada que todo lo envuelve (como cuando uno duerme bien). Dentro de Nun dormía la semilla de la existencia, el potencial sin desatar que esperaba un impulso divino para despertar.

De esas aguas caóticas surge Atum, el Dios creador, quien se crea a sí mismo. No necesita que nadie lo genere, no tiene padre ni madre. Simplemente emerge de la voluntad pura, se sustancia en los sentidos, se manifiesta en los ojos de Nun. Algunos textos sugieren que se masturbó a sí mismo para crear, otros que vomitó la creación, otros que simplemente pronunció su propio nombre y existió. La versión más común dice que, desde su propia fuerza de voluntad, Atum se manifestó sobre el primer montículo de tierra, la pequeña isla primordial que apenas asoma del agua caótica, generando el espacio donde toda la creación podría sostenerse.

Una vez que Atum se establece sobre esa tierra primigenia, comienza el verdadero trabajo de la creación. Atum engendra a Shu, el Dios del aire y la separación, y a Tefnut, la Diosa de la humedad. Estos dos se abrazan, se unen en un acto cosmogónico, y de su unión nacen Geb, el Dios de la tierra, que se extiende como un cuerpo vasto bajo sus pies, y Nut, la Diosa del cielo, que se arquea sobre todo el universo como un cuerpo de mujer cubierto de estrellas. Shu, el aire, se coloca entre ellos, separándolos, creando el espacio donde todo lo demás puede respirar y existir.

De la unión de Geb y Nut nacen los Dioses que gobernarán la historia: Osiris, que se convierte en rey del Nilo; Isis, la gran maga y madre protectora; Set, el Dios del caos y la tormenta; y Neftis, la lloradora divina. Y luego llega Horus, aunque su nacimiento es más peculiar y viene después. Este acto inicial de separación, este ordenamiento del caos en cosmos, es lo que los egipcios llamaban Maat: el orden, la justicia, la armonía, lo opuesto al caos primordial.

Hay otras versiones del mito de creación. En Memphis, los sacerdotes presentaban a Ptah como el verdadero creador supremo, más antiguo incluso que Nun y Atum. Según este relato, Ptah primero concibió todas las cosas en su corazón, como pensamientos puros, y luego las nombró en voz alta, pronunciando la magia de la creación mediante el poder de la palabra sagrada. Ptah era el Dios de los artesanos, del pensamiento y del conocimiento divino, y en su versión la creación no era un acto físico sino intelectual, una manifestación de la mente divina convertida en realidad.

Otras tradiciones colocaban a Amun como el poder oculto detrás de toda la creación, el poder escondido que impulsaba incluso a Ra y a los otros Dioses. Amun era el misterio, lo incognoscible, y solo quien penetraba sus secretos podía comprender verdaderamente cómo funcionaba el universo. Con el tiempo, Amun y Ra se fusionarían en Amun-Ra, combinando el poder creador solar con el misterio cósmico.

Los Dioses y Diosas: Los Clásicos que Todos Conocen

Los egipcios adoraban a miles de deidades diferentes, pero un grupo de ellos ocupaba el centro del escenario religioso y mitológico. Estos son los verdaderos protagónicos.

Ra es el Dios del sol y uno de los más poderosos del panteón egipcio. Es más que un simple fenómeno astronómico; Ra representa el poder creador, la vida misma que recorre el cielo en su barca solar cada día, llevando luz, calor y orden al mundo. Durante el día, Ra viaja desde el este (el amanecer) hasta el oeste (el ocaso), y cada noche desciende al Duat, el inframundo, donde libra batallas contra la serpiente Apofis, el monstruo del caos que intenta devorar el sol y prevenir su renacimiento. Cada amanecer es una victoria de Ra sobre el caos, una resurrección diaria que simboliza el orden prevaleciendo sobre la destrucción. Los faraones se identificaban con Ra, y el pueblo confiaba en que, mientras Ra siguiera su ciclo eterno, Egipto continuaría floreciendo.

Atum es la versión del sol en su forma de atardecer, el creador original que se manifestó en el primer montículo de tierra. Aunque a menudo aparece como una entidad separada de Ra, frecuentemente se confunden o se fusionan en la mitología. Atum representa el cierre del ciclo, el descanso después de la creación, y también el ocaso de la vida. Su forma más reconocible es como un hombre con cabeza de carnero o león, coronado con el disco solar.

Osiris es el Dios más importante del más allá, del inframundo, y de la resurrección. Fue originalmente un rey humano o semi-humano que se convirtió en Dios, lo que lo hace especialmente relevante para los egipcios: el faraón muerto se convertía en Osiris, en el señor del reino de los muertos. Osiris preside el juicio de las almas, donde el corazón de cada difunto es pesado contra la Pluma de Ma’at para determinar si vivió una vida justa. Osiris encarna la fertilidad del Nilo, el renacimiento anual de las cosechas, y la eterna victoria de la vida sobre la muerte, aunque esa vida sea vivida en el más allá. Aparece frecuentemente como una figura momificada envuelta en vendajes blancos, con la piel verde (simbolizando la fertilidad y el renacimiento), coronado con la Corona Atef (una corona blanca con dos plumas de avestruz) y sosteniendo un cayado e pastor y un flagelo (un como mini látigo) que representan su autoridad sobre los vivos y los muertos.

Isis es la Diosa de la magia, la maternidad y la protección. Es la bruja más poderosa del panteón, capaz de resucitar a los muertos con sus encantamientos, de transformarse en cualquier forma necesaria, y de ver más allá de los velos que separan los mundos. Isis fue la esposa leal de Osiris, y cuando Set asesinó a su marido, fue ella quien reunió su cuerpo despedazado, lo revivió lo suficiente para concebir un hijo, y luego crió a Horus en secreto. Su devoción y poder las hacen un símbolo de la fuerza de las mujeres, de la magia que viene del amor y la determinación. Se la representa como una mujer hermosa con un disco solar entre cuernos de vaca, frecuentemente con alas protectoras de un halcón extendiéndose desde sus brazos. Su culto fue tan popular que se extendería por todo el mundo grecorromano siglos después.

Horus es el Dios del cielo, del halcón, y el símbolo viviente de la realeza. Nacido de Osiris e Isis, Horus encarna al faraón vivo. Los reyes de Egipto eran considerados la encarnación de Horus en la tierra, lo que les daba autoridad divina sobre el pueblo. Horus lucha contra Set para reclamar el trono que le pertenece, y aunque la batalla es larga y brutal, finalmente prevalece, restaurando el orden divino. Horus aparece típicamente como un hombre con cabeza de halcón, frecuentemente coronado con la Corona Doble del Nilo (la combinación de las coronas del Alto y Bajo Egipto), sosteniendo un ankh en una mano y un cetro en la otra.

Set es el Dios del caos, del desierto, las tormentas y la violencia. Es el villano de la historia de Osiris, el asesino traidor, pero su papel es más complejo de lo que parece. Set representa la necesidad del caos como fuerza natural, la ruptura necesaria en el orden, el desastre que purifica. Los egipcios no lo veían simplemente como malvado, sino como una fuerza primaria necesaria, aunque peligrosa. Set se convierte especialmente importante en épocas posteriores cuando se le llama para proteger la barca de Ra contra Apofis, el verdadero mal cósmico. Su animal es el Set (cuya identidad exacta los académicos discuten, pero que parece ser un asno salvaje o un animal imaginario con orejas cuadradas y hocico curvo), y aparece como un hombre con la cabeza de esta bestia.

Anubis es el Dios de la momificación, el embalsamamiento y el guía de los muertos. Preside los rituales fúnebres que permitían a los muertos alcanzar una vida eterna en el Duat. Anubis es el guardián de los cementerios, el protector de las tumbas, y aquel que acompaña al alma en su viaje al más allá. Los sacerdotes que realizaban la momificación se llamaban a sí mismos “sacerdotes de Anubis” porque actuaban como mediadores entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Se lo representa como un chacal negro, símbolo de la descomposición pero también de la vigilancia y la protección. En forma humanoidea aparece con cabeza de chacal, frecuentemente sosteniendo un ankh.

Thot es el Dios de la sabiduría, el conocimiento, la escritura y la magia. Thot inventó la escritura misma, el hieroglífico sagrado que permitía preservar el conocimiento eternamente. Es el escriba de los Dioses, quien registra todo lo que sucede en el cosmos, y en el juicio de los muertos es Thot quien pesa el corazón del fallecido en las balanzas contra la Pluma de Ma’at. Se lo representa como un ibis (un pájaro sagrado del Nilo) o como un hombre con cabeza de ibis, frecuentemente sosteniendo una paleta de escriba y una pluma.

Hathor es la Diosa del amor, la belleza, la música, la danza y la alegría. Hathor protege a las mujeres, en especial durante el parto y la maternidad, y es una fuente de placer y fertilidad. Aparece como una vaca sagrada, o como una mujer con cuernos de vaca y un disco solar entre ellos. Es una deidad beneficiosa y amada, asociada con la abundancia y la recompensa divina. Los templos dedicados a Hathor eran lugares de alegría y celebración.

Sekhmet es la Diosa leona de la guerra, la destrucción y, paradójicamente, la curación. Sekhmet representa la furia del sol, la plaga devastadora, el poder destructivo incontrolable. Pero también es la guardiana contra las enfermedades, la que cura al mismo tiempo que hiere. Es una Diosa de contrastes, feroz y protectora al mismo tiempo. Aparece como una mujer con cabeza de leona, frecuentemente sosteniendo un disco solar.

Bastet es la Diosa gata, protectora del hogar, la familia y la fertilidad. Bastet encarna la alegría doméstica, el confort de un hogar protegido, y las cualidades de un gato: el juego, la agilidad, la sensualidad y la ferocidad cuando es necesario. En épocas posteriores, su culto se volvió enormemente popular, y las momias de gatos se consideraban ofrendas sagradas a la Diosa.

Ma’at es la Diosa de la verdad, la justicia, el orden cósmico y el equilibrio. Ma’at no es solo una deidad; es un principio universal. Ella representaba todo lo que estaba “correcto” en el universo, lo opuesto perfecto al caos de Nun y Apofis. Su pluma era el estándar contra el cual se pesaba el corazón de cada alma después de la muerte. Aparece como una mujer joven coronada con una sola pluma de avestruz.

Nut es la Diosa del cielo, representada como el cuerpo de una mujer que se arquea sobre toda la existencia, cubierta de estrellas. Su cuerpo forma el cielo nocturno, sus pies tocan el este y sus manos tocan el oeste. Nut es la madre de los Dioses y la protectora del cosmos. Geb es el Dios de la tierra, su hermano y esposo, quien yace bajo ella como un inmenso cuerpo masculino.

Estos Dioses y Diosas no eran simples abstracciones; eran seres vivos en la mente de los egipcios, tan reales como sus vecinos, con sus propias personalidades, deseos, conflictos y alianzas.

Las Historias Clásicas: Mitos que Permanecen Eterno

El Mito de Osiris es la historia más importante de toda la mitología egipcia. Es tan central que prácticamente todos los demás mitos y creencias religiosas giran alrededor de él.

Osiris comienza como un rey justo de Egipto, un hombre (o al menos hombre-dios) que gobierna en paz y enseña a su pueblo la agricultura, la civilización y la ley. Vive en armonía con su hermano Set, al menos al principio. Pero Set, celoso del poder de Osiris, corrupto por la envidia, o quizás simplemente aburrido de la paz, urde un complot. En algunos relatos, Set mide a Osiris en secreto mientras este duerme, luego hace construir un arcón hermoso a la medida exacta de su hermano. En otros, simplemente lo seduce con promesas de placer antes de atacarlo.

Lo que es claro es esto: Set asesina a Osiris. Lo hace brutalmente. En algunos textos, lo apuñala mientras comen juntos. En otros, lo ahoga en el Nilo. En versiones posteriores, lo desmembra completamente, cortando su cuerpo en catorce (o a veces dieciséis) partes y dispersando los fragmentos por todo Egipto para asegurarse de que nunca pueda resucitar.

Set luego reclama el trono de Egipto, creyendo que ha ganado. Pero no ha contado con Isis.

Isis, devastada pero no vencida, comienza una búsqueda épica por los fragmentos de su marido amado. Viaja por Egipto buscando cada pedazo de Osiris, protegida en ocasiones por la Diosa Neftis (la hermana de Osiris), que también llora su pérdida. Isis usa su magia, sus poderes de transformación y su amor incomparable para reunir los fragmentos. En algunos relatos, ella reforma el cuerpo de Osiris usando el poder puro de la magia. En otros, ella y Neftis trabajan como profesionales de la momificación, envolviéndolo cuidadosamente. Luego, en un acto de magia pura, Isis lo revive lo suficiente para poder acostarse con él y concebir un hijo: Horus.

Luego Osiris desaparece, retirándose al Duat, el inframundo, donde se convierte en el rey de los muertos y el juez de todas las almas. Pero su hijo Horus permanece en el mundo de los vivos, escondido en los pantanos del Delta del Nilo con su madre Isis, quien lo protege ferozmente.

Horus crece en secreto, entrenado en guerras y magia, esperando el momento de reclamar lo que es suyo. Cuando alcanza la madurez, Horus desafía a Set por el trono de Egipto. Lo que sigue es una batalla legendaria que durará décadas en los textos más antiguos, una serie de confrontaciones físicas y legales donde ambos compiten por demostrar quién es superior, quién merece gobernar.

En algunas versiones, Horus y Set se transforman en hipopótamos y luchan en el agua del Nilo con un poder primordial. En otras, compiten en carreras de botes para demostrar su valor. En casi todas las versiones, hay violencia seria: Set arranca el ojo de Horus, Horus castra a Set o lo mutila de otras formas. Son historias brutales, despiadadas.

Finalmente, los Dioses mayores (o en algunos relatos, un tribunal divino con Thot como juez) deciden en favor de Horus. El orden es restaurado. Horus asume el trono de Egipto, llevando el título de “el Vivo” porque el faraón es la encarnación de Horus en la tierra. Osiris permanece como rey del inframundo, donde juzga a todas las almas que llegan a él, pesando sus corazones contra la Pluma de Ma’at para determinar si merecen paz eterna o castigo.

Set, según la mayoría de los relatos, es humillado, pero no destruido. A veces es castigado a llevar a Osiris a su tumba como acto de sumisión. A veces se le permite seguir existiendo, porque los egipcios entendían que el caos no puede ser eliminado, solo controlado y en su lugar.

Esta historia es importante porque contiene todo lo que los antiguos egipcios querían transmitir: la importancia de la justicia, la lealtad (la devoción de Isis), la renovación (la resurrección de Osiris), la sucesión divina (Horus reclamando su derecho), y el ciclo eterno de muerte y renacimiento que mantiene el universo vivo.

Otra historia clásica es el Viaje Nocturno de Ra. Cada noche, Ra desciende en su barca solar al Duat para cruzar el inframundo en una peregrinación peligrosa hacia el nuevo amanecer. Durante esta travesía, Ra se enfrenta a Apofis, la serpiente del caos, un monstruo colosal que intenta devorar la barca solar y prevenir que el sol salga de nuevo. Apofis representa todo lo que va mal en el universo, la enfermedad, la hambruna, la muerte, el caos puro. Cada noche, Ra (frecuentemente acompañado por otros Dioses, incluso a veces por Set, quien es útil en la batalla contra Apofis) combate a la serpiente, la vence, la ata, y continúa su camino. Cada amanecer es una reafirmación de que el orden prevalecerá sobre el caos, que la luz retornará, que la vida continuará. Para los egipcios, este viaje nocturno y esta batalla eterna eran tan reales como cualquier evento histórico. El sol no salía solo; salía porque los Dioses lo hacían salir, y eso dependía de su victoria cada noche.

El Sincretismo Greco-Romano: Cuando los Dioses Viajaron

Cuando Alejandro Magno (el griego) conquistó Egipto en 332 BCE, la mitología no se detuvo. Los griegos que gobernaban Egipto en el período Ptolemaico comenzaron a fusionar sus Dioses con los de Egipto. Era un método brillante de gobernar: si un Dios griego podía ser identificado con un Dios egipcio, entonces los griegos podían gobernar una tierra donde los Dioses mismo los bendecían.

Amun, el Dios oculto y supremo de Egipto, fue identificado con Zeus, el rey de los Dioses griegos, y nació Amun-Zeus. Ra se fusionó más estrechamente con Helios, el Dios griego del sol. Pero la fusión más importante fue la de Serapis.

Serapis es quizás el ejemplo más puro de sincretismo en la antigüedad. No era un Dios preexistente que los griegos hubieran traído a Egipto, sino una deidad completamente nueva, creada a propósito para unir a griegos y egipcios bajo un solo Dios. Serapis combinaba aspectos de Osiris (el Dios del más allá) y Apis (el toro sagrado), pero en forma humana, con la apariencia de un Dios greco-romano completo. Serapis presidía la curación, la abundancia, el más allá, y se convirtió en el patrón de Alejandría. Su culto fue tan exitoso que se extendió por todo el mundo grecorromano, adorado en Roma, Grecia y más allá.

Pero sin duda, la Diosa que más ha viajado es Isis. El culto de Isis se expandió por todo el Mediterráneo durante los períodos helenístico y romano. Fue adorada en Roma, Grecia, España, Francia, Alemania y más allá. Tomó atributos de Diosas griegas como Afrodita, Deméter y Atenea, volviéndose una Diosa universal de sabiduría, amor, magia, navegación y misterio. El culto de Isis alcanzó tal popularidad que se convirtió en una de las primeras religiones “mundiales”, con misterios iniciáticos secretos y devotos apasionados en cada ciudad grande del imperio.

Los Dioses egipcios también viajaron hacia occidente en forma de sincretismo con deidades romanas. Sekhmet fue identificada con Marte, Dios de la guerra. Thot fue asimilado con Hermes/Mercurio, mensajero de los Dioses. Bastet se fusionó con la idea romana de deidades protectoras del hogar. Los antiguos romanos, pragmáticos como siempre, vieron las similitudes entre sus Dioses y los de Egipto, y simplemente absorbieron los cultos extranjeros en su propia religión. Esta fue la razón del éxito duradero de los Dioses egipcios: eran lo suficientemente flexibles, lo suficientemente profundos, como para significar cosas para muchas culturas diferentes.

El Sincretismo Cristiano: Cuando el Monoteísmo Llegó

Todo esto cambió cuando el cristianismo llegó a Egipto.

Según la tradición cristiana, el evangelista Marcos llegó a Alejandría en el siglo primero y comenzó a predicar. El cristianismo se extendió rápidamente entre la población de Egipto, convertida gradualmente tanto a griegos como a nativos egipcios. Al principio, sin embargo, el proceso fue lento. El sincretismo funcionó bien con los Dioses griegos, romanos e incluso con el cristianismo primitivo: los primeros cristianos egipcios a veces veían las historias de Osiris, Isis y Horus como prefiguraciones de Jesús, una preparación pagana para la verdad última.

Pero el cristianismo que finalmente se impuso fue diferente. Era monoteísta, absolutista, y rechazaba el sincretismo completo. Los emperadores romanos cristianos gradualmente prohibieron los sacrificios paganos, cerraron los templos y prohibieron las celebraciones religiosas tradicionales. Para finales del siglo cuarto y quinto, Egipto era mayoritariamente cristiano, aunque muchas prácticas y símbolos antiguos persistieron.

Ahora bien, aunque el cristianismo ortodoxo no permitía sincretismo completo, de cualquier manera sucedió uno, sutil, pero poderoso. Algunos estudiosos señalan que ciertos atributos de Isis (como la maternidad divina, la compasión, la intercesión por los pecadores) encontraron paralelos en la veneración de María en el cristianismo copto. Algunos relatos mencionan que la Sagrada Familia se refugió en Egipto durante la huida a este país en ciertos evangelios, y que esto pudo haber creado un punto de conexión narrativo entre la tierra de los faraones y la nueva fe. Algunos coptos tempranos incluso colocaban símbolos de la antigua cruz ankh junto a cruces cristianas, uniendo visualmente el antiguo Egipto con la nueva religión.

Sin embargo, es importante ser cuidadoso aquí, por que con cualuqier cosita se ponen furiosos. Historiadores modernos (no los autores de sensacionalismo de internet) generalmente están de acuerdo en que las similitudes entre Horus y Jesús, aunque existen en algunos textos antiguos tardíos, no son tan extensas como se afirma a menudo. Horus en la mayoría de textos antiguos no tenía una madre virgen, ni nació el 25 de diciembre (ni Jesús), ni fue crucificado. Estas historias fueron conflacionadas principalmente después de que el cristianismo ya se había establecido. El cristianismo copto que surgió en Egipto fue una forma única de cristianismo que preservó la lengua copta (que desciende del antiguo egipcio) y que mantuvo algunos recuerdos de las prácticas anteriores, pero nunca aceptó un sincretismo completo con los Dioses antiguos.

En ciertos textos mágicos coptos, sin embargo, sí encontramos un sincretismo continuado: referencias a Isis, Amun y otros Dioses aparecen junto a fórmulas cristianas e invocaciones a Jesús y María. Esto sugiere que en la práctica popular, lejos de las decisiones oficiales de la iglesia, la gente seguía pidiendo ayuda a los Dioses antiguos junto con sus nuevas creencias cristianas.

Referencias

The Egyptian Creation Myth – EBSCO Research Starters
https://www.ebsco.com/research-starters/religion-and-philosophy/egyptian-creation-myth
Egyptian Creation Myths: Legends of Ra, Atum, Ptah, Khnum – History and Myths
https://www.historyandmyths.com/2025/02/egyptian-creation-myths-legends-of-ra-atum-ptah-khnum/
Duat – Wikipedia
https://en.wikipedia.org/wiki/Duat
The Ancient Egyptian Underworld – Atlas Obscura
https://www.atlasobscura.com/articles/ancient-egypt-duat-netherworld
Osiris Myth – Wikipedia
https://en.wikipedia.org/wiki/Osiris_myth
The Story of Isis and Osiris – Tours from Hurghada
https://www.toursfromhurghada.com/blog/egyptian-mythology/osiris-myth/
Gods of Egypt: Complete Guide to Egyptian Gods – Egypt RA
https://egyptra.pro/gods-of-egypt
Egyptian Gods – The Complete List – World History Encyclopedia
https://www.worldhistory.org/article/885/egyptian-gods—the-complete-list/
Serapis and Isis: Religious Syncretism in the Greco-Roman World – The Collector
https://www.thecollector.com/serapis-and-isis-religious-syncretism-in-the-greco-roman-world/
Decline of Ancient Egyptian Religion – Wikipedia
https://en.wikipedia.org/wiki/Decline_of_ancient_Egyptian_religion
Christianity and Paganism I: Egypt – Cambridge History of Christianity
https://www.cambridge.org/core/books/cambridge-history-of-christianity/christianity-and-paganism-i-egypt/0ECFE4B54A27C93ECCCF6BF
Influence of the Ancient Egyptian Religion on Coptic Christianity – Reddit
https://www.reddit.com/r/coptic/comments/15jdpi6/influence_of_the_ancient_egyptian_religion_on/
What Is Coptic and Who Were the Copts – Biblical Archaeology
https://www.biblicalarchaeology.org/daily/ancient-cultures/ancient-near-eastern-world/what-is-coptic-and-who-were-the-copts-in-ancient-egypt/
Tears and Fragrance: Funerary Syncretism of Mary Magdalene with Isis – Academia.edu
https://digitalcommons.providence.edu/history_undergrad_theses/54/
Is Jesus Simply a Retelling of the Horus Myth? – Cold Case Christianity
https://coldcasechristianity.com/writings/is-jesus-simply-a-retelling-of-the-horus-myth/

Pensé que le costaría más trabajo al generador de imágenes hacer cosas tan mezcladas, pero estoy contento con lo que salió.

La proxima semana voy a romper el hilo de mitología para hablar de algo igual pero diferente.

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