Mascotas

Chooj!!!
Esas pequeñas (o no) creaturas con las que a veces decidimos convivir, otras veces ellas deciden convivir con nosotros, y algunas veces, son simplemente accidentes de vida.

¡Meow!

Desde que yo recuerdo, ha habido mascotas en la casa. A mi edad, ya no recuerdo de dónde salieron varias, pero sé que ahí estaban.
 
Estos son animales de compañía, que nos ayudan a luchar contra la soledad y la depresión. Nos acompañan cuando estamos tristes y cuando estamos contentos. Para algunas personas, se convierten en el centro de nuestras vidas, en casa, muchas veces tomando el papel de “dueños” del lugar.
 
A mí me gustan las mascotas, y después de mucho tiempo de vivir solo en Morelia, desde hace 2 o 3 años tengo un gato que se llama “Chooj”, al que adoro con toda mi vida. Es un tipo agresivo, loco, que como todos los gatos, cuando me necesita hace lo imposible porque le haga caso, pero cuando no, desaparece misteriosamente en la casa.
 
Además de una serie de ratones, denominados “Anastacio I, II, etc.” a los que nunca he visto, pero sé que existen, en especial cuando me encuentro a uno momificado en el sillón porque mi gato lo escondió.
 
Y sí, los gatos son mis favoritos. Sangrones, mamones, independientes, que saben defenderse cuando se les presiona lo suficiente y atacan sin compasión cuando se sienten realmente agredidos… me pregunto por qué.
 
“Nicolás”, “Musa”, “Neko”, “María (la devoradora de tocino)” y varios más que no recuerdo, han sido los gatos familiares.

¡Guau!

Perros. Me encantan, de lejos. No me gustan los perros babosos que te saludan y te mandan nuevamente a la regadera. Esos son los que menos tolero. Me gustan los que andan por todos lados, saludan con las patas o te brincan, pero que no babean.
 
No me importa el tamaño ni nada. Todos los perros son nobles rayando en casi bobos, pero eso es lo que los hace especiales. Lo más atrás que llega mi memoria, es con el “Pincel”, que vivió con nosotros hace mucho tiempo.
 
De ahí un afgano cuyo nombre no recuerdo, una de marca genérica intercambiable (corriente, pues) que se llamaba “Piga”, el par de Schnauzers de mi madre, “Taco” y “Lola”, el que vive con mi padre que se llama “Simón”, y seguramente más.
 
Además de los perros ajenos que me encanta conocer, en especial cuando son chiquitos y juguetones.

¿Mooo?

Tortugas, como “Felipa”, pollitos, seguramente muchos, cujos y hamsters. Mascotas hemos tenido durante toda la vida, de alguna manera u otra, o probablemente, en el caso de los gatos, hemos sido mascotas.
 
De estos, que son más distintos de lo habitual, recuerdo a un mapache que le consiguieron un día a mi hermana, “Clean” (aunque ahora que lo pienso, para nosotros seguramente se llamaba “Clin”).
 
Ni idea de dónde salió, ni idea de cuánto tiempo estuvo con nosotros, y menos idea de dónde terminó. Solo recuerdo que llegó a tener algunos problemas con la ñora de la limpieza.
 
Es terrible ver cómo algunas personas abusan de ellas. Cuando me pongo a pensar a veces en por qué le voy perdiendo fe a la humanidad, esto es algo de lo que sale a brillar primero en mi cerebro: las personas que creen que porque son seres humanos “superiores” pueden abusar, maltratar, matar y hacer cosas peores a estos animales.

Ende

Las mascotas son, al final, nuestra compañía, nuestro apoyo moral, y esas creaturas a las que les podemos contar todo, porque sabemos que no le van a contar a nadie nunca nada, con excepción probable de los cotorros. 
 
Aunque muchas veces nosotros tomamos la decisión de que vivan con nosotros, también tenemos que ver que, muchas veces, ellos deciden también vivir con nosotros, y que somos, al final, una entidad: ellos dependen de nosotros, y nosotros los tenemos porque los necesitamos.
 
Cuando una mascota se va, es muchas veces como si un familiar se fuera, y a veces, hasta peor. Una vez que son parte esencial de nuestra vida, y que confiamos en que están esperándonos en casa para recibirnos todos los días, nos damos cuenta de que son entes propios, que piensan y razonan, dentro de su nivel, y que, si no andan viendo en fa cómo escapar, es porque quieren estar con nosotros.
 
Menos los perros, muchos de esos son bobos como ellos solos.

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