Todos tenemos héroes. Para la gran mayoría de nosotros, desde chicos, nuestro papá fue nuestro héroe… o también nuestra mamá, o nuestra figura de autoridad. Para algunos aún son nuestros héroes.
Estas son las personas a las que solemos ver con admiración simplemente por lo que hacen o han logrado. O con orgullo si somos parte de su círculo cercano o a veces lejano.
Profesores, familiares, artistas… Siempre, de alguna manera, los hemos colocado en este papel.
A los que les va bien, se pierden en nuestra vida, pero siempre sobre el pedestal en que los ponemos. Y cuando los volvemos a ver, o cuando nos enteramos de qué es lo que han estado haciendo, terminamos reforzando su posición.
Mantenerlos ahí depende de muchas cosas. Más ahora que nos enteramos de todo, ya sea por el chisme, o por el internet, o porque la gente simplemente no puede quedarse callada.
Aun así, si los miramos con objetividad, se siguen manteniendo en su lugar.
Mucha gente ha hecho cosas malas, y es una buena manera de subirlos al pedestal cuando vemos que lograron sobresalir a sus problemas. Hay personas que de veras han cambiado para bien.
Obvio, para nuestra naturaleza humana, y tomando en cuenta que cada cabeza es un mundo, las personas suelen tener al tipo de héroes que buscan o se merecen. La persona a la que admiras tú, no tiene que ser admirada por todos obligatoriamente.
Esto a veces es lo peor que puede suceder… o lo más divertido cuando lo veíamos venir.
Cuando lo veíamos venir es divertido. Hay veces que el estar arriba del pedestal hace que la gente pierda el piso (cosa que nunca van a admitir) y terminan cayendo como trapo empapado. Mucha gente nunca se recupera de esto ante nosotros.
Lo terrible es cuando no lo veíamos venir… cuando las personas sacan el cobre, por decirlo de una manera, y nos damos cuenta de que todo lo que pensábamos es un mito y una mentira.
Esa caída nos duele más a nosotros que a la persona que cayó, ya que muchas veces, no les importa lo que pensábamos o en el lugar en el que los teníamos.
Ver caer a quienes considerábamos nuestros héroes duele, y mucho.
Pero lo que sigue es, de cierta manera, catártico. Empezamos a analizar a los que siguen en el pedestal. Ya no trepamos a quien sea. Somos más vigilantes y lo único malo, es que empezamos a desconfiar de las personas.
El problema es el pensar que nunca van a caer, y el aferrarnos cuando vemos que se están cayendo, o que ya lo hicieron, a treparlos de nuevo y usar todas las maneras habidas y por haber para mantenerlos ahí.
La gente cambia… muchas veces cuando no nos damos cuenta, o lo hacen tan gradualmente que cuando nos damos cuenta es muy tarde.
Y eso lleva al cierre. No porque ya no sean nuestros héroes, merecen ser demonizados por todos los demás. Para nosotros, solamente para nosotros, ya no habitan en ese pedestal en el que estaban. Probablemente, para otras personas, siguen, y como dijo Don Teofilito, “y seguirán”.
El chiste es no dejar que nos arrastren junto con ellos.
No Comments